Trasplante de riñón

DESPUÉS DEL TRASPLANTE

PERIODO DE RECUPERACIÓN

Tras el trasplante, necesitará permanecer en el hospital durante aproximadamente 3 a 7 días. Después de esto, necesitará control cuidadoso por parte de un médico y exámenes de sangre regulares durante 1 a 2 meses.

El período de recuperación es aproximadamente de 6 meses. Con frecuencia, el equipo de trasplantes le solicitará permanecer cerca del hospital durante los primeros 3 meses. Además, necesitará hacerse chequeos médicos regulares con exámenes de sangre y radiografías durante muchos años.

MEDICACIÓN INMUNOSUPRESORA

Las personas que reciben un riñón trasplantado pueden rechazar el nuevo órgano. Esto signifi ca que su sistema inmunitario ve al nuevo riñón como una sustancia extraña y trata de destruirla.

Con el fin de evitar el rechazo, casi todos los receptores de trasplante de riñón tienen que tomar medicamentos que inhiban la respuesta inmunitaria por el resto de sus vidas. Esto se denomina terapia inmunodepresora. Aunque el tratamiento ayuda a prevenir el rechazo al órgano, también pone a los pacientes en mayor riesgo de infección y cáncer.

ASPECTOS PARA MEJORAR EL TRASPLANTE RENAL

Recibir un trasplante de riñón puede sentirse como otra oportunidad para vivir. Después de un trasplante hay muchos cambios positivos, como una mejor salud y más libertad de hacer las cosas que disfruta. Sin embargo, es importante que recuerde que un trasplante es un tratamiento de la enfermedad renal, no una curación, y que necesitará proporcionar cuidados especiales tanto a su cuerpo como a su riñón trasplantado.

A continuación, se exponen algunas medidas que su médico puede implementar.

INDIVIDUALIZACIÓN Y/O MINIMIZACIÓN DE LA INMUNOSUPRESIÓN

Es recomendable la combinación de inmunosupresores acorde a las características del paciente para optimizar la supervivencia del injerto renal.

Si no ha habido rechazos previos, reducir la inmunosupresión puede ayudar a mejorar el perfi l individual de riesgo cardiovascular.

CONTROL ESTRICTO DE FACTORES DE RIESGO CARDIOVASCULAR: HIPERTENSIÓN ARTERIAL E HIPERLIPIDEMIA

El control estricto de las cifras tensionales (<130/90 mmHg), especialmente en pacientes con proteinuria, puede minimizar la comorbilidad cardiovascular postrasplante.

Mantener unas cifras de colesterol LDL adecuadas también puede ayudar a mejorar el pronóstico.

PREVENCIÓN Y MANEJO ADECUADO DE LA DIABETES POSTRASPLANTE

El control de los factores de riesgo involucrados en el síndrome metabólico puede evitar o minimizar las consecuencias de esta alteración.

MONITORIZACIÓN ESTRECHA DE LA FUNCIÓN RENAL

El seguimiento estrecho de la función renal y la cuantifi cación de la proteinuria constituyen herramientas clínicas muy útiles para predecir la supervivencia del injerto y del paciente. Ante cualquier disfunción renal mantenida o la aparición de proteinuria leve debe realizarse precozmente una biopsia renal para constatar la causa de dichas alteraciones. Esto ayudará a establecer las medidas terapéuticas oportunas.

MANEJO ADECUADO DE LA DISFUNCIÓN CRÓNICA DEL INJERTO RENAL

Esta alteración es una forma más de insuficiencia renal crónica que pude progresar hasta la entrada en diálisis. Por ello, debe ser monitorizada y tratada acorde a las guías de práctica clínica.

CRIBADO DEL CÁNCER Y PREVENCIÓN DE LA INFECCIÓN

La incidencia de cáncer, incluyendo las neoplasias cutáneas y los trastornos linfoproliferativos, es más alta que en la población general. La estrecha vigilancia post-trasplante de las neoplasias más frecuentes (cáncer de piel, mama, pulmón, próstata y linfomas) puede prevenir las consecuencias de estos tumores.

También se realiza profi laxis para diversos tipos de infecciones víricas, especialmente en aquellos pacientes que han recibido una inmunosupresión intensa.

CAMBIOS EN EL ESTILO DE VIDA

Los pacientes con trasplante se beneficiarían de abandonar los hábitos de fumar, y de tomar bebidas alcohólicas, así como de ejercicio regularmente y llevar una dieta equilibrada, evitando el sobrepeso.

PREVENCIÓN DE LA ENFERMEDAD ÓSEA POSTRASPLANTE

Es posible que reciba fármacos para mejorar la pérdida ósea tras el trasplante o la retirada de otros que provocan pérdida de masa ósea.

EXPECTATIVAS TRAS EL TRASPLANTE

Tras 10 años de la realización de un trasplante de riñón, siete de cada diez trasplantados tienen el órgano trasplantado funcionando correctamente. Son personas que realizan la actividad usual propia de cualquier otro ciudadano sano de su misma edad. Son estrictamente normales, realizan una actividad normal y puede ser que se diferencien en las ganas de vivir, porque no olvidan lo mal que lo pasaron con riesgo sobre su propia vida antes de recibir el trasplante.

Los trasplantes de órganos no tienen una duración ilimitada. Los trasplantes renales de donante fallecido duran de 10 a 15 años en promedio, mientras que los de donante vivo duran de 15 a 20 años en promedio.

Tras el fracaso de un primer injerto, es posible realizar un segundo o un tercer trasplante, y hasta un cuarto. Este tipo de trasplante está consolidado y los resultados son muy buenos. La supervivencia actual más prolongada con un mismo riñón trasplantado es de 33 años.

En la siguiente tabla se muestran las tasas globales de supervivencia del paciente y del injerto en los trasplantes renales y trasplante renopancreático (riñón y páncreas), con donante fallecido y donante vivo en el primer, quinto y décimo año post injerto, en la era de la moderna inmunosupresión. Las expectativas son mayores para el trasplante renal con donante vivo.